Alica & la Load 60
27.10.2022 | Lifestyle & Arts
Personas de todo el mundo hacen de nuestras bicicletas una parte esencial de su vida. En esta serie, dejamos que nos cuenten su historia.
Soy Alica, tengo 27 años y vivo en Bensheim, en la Bergstrasse, al sur de Hesse. Cuando estudiaba estuve trabajando en Riese & Müller como becaria. Una de mis grandes pasiones, además de ir en bicicleta, son las abejas. Hace tres años que me aficioné a la apicultura.
Antes pensaba que la apicultura era sólo para profesionales, pero ahora sé que puede ser para cualquiera. Así que me puse en contacto con la asociación de apicultores de mi ciudad. Se lo recomiendo a cualquiera que esté interesado en empezar esta actividad. La asociación te asigna un mentor apicultor que te acompaña durante todo un año, algo de lo que estoy muy agradecida.
Puedes comprar tu propia colonia de abejas, pero lo ideal es conseguir un núcleo de otro apicultor, así sabes de dónde proceden y cómo cuidarlas. Aunque yo tuve otro tipo de suerte: casualmente un enjambre de abejas se había instalado en un arbusto de mi barrio. La vecina se alegró de que mi asociación de apicultores se encargara de retirarlo. Y como las abejas no llevan collar, puedes quedarte con el enjambre que encuentres. Así fue como encontré a mis abejas... o cómo ellas me encontraron a mí.
Mi colmena está en una pradera silvestre cerca de un vivero de plantas. En función de la temporada en una colmena, que es como se llaman las cajas de abejas, viven entre 10.000 y 35.000 abejas. Pero pueden ser muchas más, depende de la fuerza del enjambre. Una vez a la semana voy allí en mi bicicleta de carga para ver si todo está en orden.
Traslado mi equipo en una caja especial que se adapta a la perfección a la Load 60. Siempre me llevo mi ahumador. Lo lleno de combustible y con el humo mantengo alejadas a las abejas. Yo utilizo serrín para mascotas y lavanda, es lo que me funciona mejor. En contra de lo que se cree, el humo no calma ni tampoco aturde a las abejas. Más bien lo interpretan como una señal de que "hay fuego cerca, puede que tengamos que huir", lo que hace que las abejas se llenen de miel antes de escapar. Esto las mantiene ocupadas en los panales y ya no se interesan por mí. Sin embargo soy cuidadosa con el ahumador, porque cualquier tipo de intervención estresa a las abejas.
Para protegerme de las picaduras utilizo un velo y guantes gruesos. También tengo que utilizar un cepillo y una espátula para levantar los panales. Las abejas lo pegan todo para hacer que su casa sea hermética. En otoño también necesito ácido fórmico para el tratamiento contra el mayor enemigo de la abeja, el ácaro varroa, y alimento para el invierno. Yo uso jarabe de azúcar en cubos grandes, pero también hay otros métodos.
La apicultura es mejor que la meditación.
Cuando empiezo a ahumar delante de la entrada de la colmena me pongo a observar el vuelo de las abejas en este punto. Así puedo obtener mucha información sobre cómo están mis abejas. ¿Se quedan fuera porque tienen demasiado calor? ¿Vuelan muchas? ¿O ninguna? Entonces abro la tapa. Dependiendo de la época del año compruebo si ya hay miel o si mis abejas se están alimentando bien, si hay muchas crías, o incluso si puedo ver a la reina. Luego vuelvo a cerrar la colmena.
Por el zumbido también puedo saber cómo están las abejas. Si es un zumbido muy relajado, están bien. Pero si de repente oigo un "¡sssS!", entonces es que están estresadas o que he hecho algo mal o tal vez me he chocado con algo. Una vez me picaron violentamente en ese estado: tres abejas guardianas, que normalmente vigilan la entrada, volaron hacia mí y me picaron en la cara con una precisión milimétrica. Desde entonces presto más atención para protegerme bien con el velo. Hay que moverse con mucha tranquilidad y trabajar con serenidad, pero se acaba haciendo automáticamente. Tienes que estar en el momento presente. Para mí es una forma excelente de enraizarse, incluso mejor que la meditación.
La apicultura es una afición para todos los sentidos. El interior de la colmena está a más de 30 grados. Cuando abro la colmena en los meses de más frío y me llega el cálido aroma de la miel y el agitado zumbido, estoy en la gloria.
De qué néctar se obtiene la mejor miel es una cuestión de gustos. Mucha gente prefiere la miel clara, que procede de la colza. A mí ese tipo de miel me parece que tiene un sabor poco profundo. Me encanta la miel silvestre, y por supuesto, ¡la de mis propias abejas! Tiene un sabor muy aromático, probablemente porque proviene de las flores del campo y de la pradera que hay cerca.
Antes de tener mi Load iba en coche al lugar donde tengo las abejas. Era estresante porque la vuelta coincidía con el fin de la jornada laboral y el tráfico en hora punta. En cambio con la bicicleta de carga simplemente lo evito. Llego mucho más relajada y en menos tiempo. Además, puedo llevar la Load hasta mi planta.
En conclusión: empezar a practicar la apicultura ha sido una de las mejores decisiones que he podido tomar, aunque todavía no sea una profesional.