Conservación de la naturaleza con una Cargo-Bike. De visita en la isla de Koos.
23.10.2024 | Sustainability
En los alrededores de la isla de Koos, en la laguna de Greifswalder Bodden, dos miembros del Servicio de Voluntariado Federal realizan trabajos de conservación de la naturaleza con una Cargo-Bike de color rojo. Una historia que nos acerca al trabajo pionero que se está llevando a cabo en esta reserva natural.
Trabajos de conservación de la naturaleza en la isla de Koos
La puerta de entrada a la isla de Koos se abre silenciosamente al paso de una gran Cargo-Bike de color rojo. El pie metálico del poste que va en el compartimento de carga sobresale algo amenazante. Pero no hay por qué preocuparse: la carga está bien asegurada. De ello se han encargado Frederike Brunswick y Nils Helge Havertz. Trabajan como voluntarios federales para la Fundación Succow de Greifswald. Su vehículo de trabajo es una Packster 70 de Riese & Müller. Y hoy lo utilizan para cambiar los soportes de señales deteriorados por toda la isla.
Un año de voluntariado en la «Ronald-Abraham-Haus»
La isla de Koos se encuentra en la reserva natural de «Insel Koos, Kooser See und Wampener Riff», al norte de la ciudad universitaria de Greifswald. Durante su voluntariado, Frederike y Nils vivirán un año solos en la isla, que está unida al continente por una estrecha carretera y se encuentra cerrada al público. En la Ronald Abraham Haus hay una tomatera en la terraza, un pequeño huerto y algunas de las gallinas que deambulan libremente por la isla. Aquí, los dos voluntarios pueden organizar su vida y su trabajo como mejor consideren, con total libertad; al ritmo de las estaciones, la naturaleza y lo que se necesite en cada momento. Hace unas semanas estuvieron en la isla antiguos voluntarios para celebrar juntos un encuentro que denominan «Koosiade». Cubiertas de bicicleta pintadas con spray simbolizan los aros olímpicos. ¡Toda una declaración de intenciones!
Bicicleta de carga en lugar de coche: un cambio radical
Los vehículos privados no tienen acceso a la zona. Pero para realizar los trabajos de conservación no se puede prescindir de un vehículo, afirma Nina Seifert, quien dirige la reserva natural desde la sede de Succow en Greifswald, a unos 15 kilómetros. El terreno es muy extenso y necesitamos movernos en vehículo motorizado tanto para poder trabajar como para poder suministrar alimentos a los «Koosis» (así es como se hacen llamar los voluntarios que trabajan y viven en la isla). «La bicicleta de carga supuso para nosotros un cambio radical», recuerda Seifert.
Porque todo lo que estos dos voluntarios necesitan lo tenemos que llevar a la isla haga el tiempo que haga. Hasta hace poco, esto incluía incluso agua potable. Y es que hace tan solo unas semanas que conseguimos que la depuradora de agua de la isla volviera a funcionar, tras costosas reparaciones. Hasta hace poco, para poder realizar su trabajo en la isla los voluntarios iban en bicicleta hasta Greifswald, cogían un coche, iban a la isla para completar sus tareas y después tenían que deshacer todos los pasos en orden inverso. «Una pesadilla logística», afirma Seifert.
Cambiar el coche por una Cargo-Bike: ¿Es posible?
La pesadilla logística es ya cosa del pasado. Hoy, Frederike y Nils utilizan una bicicleta de carga para hacer las compras necesarias, desplazarse hasta Greifswald y completar sus tareas diarias, que son muchas y variadas, como explica Frederike: «Tenemos que comprobar que las vallas y las señales están en buen estado, monitorizar la flora y la fauna de la zona mediante estudios, por ejemplo, de las aves reproductoras y migratorias, realizar visitas guiadas a la reserva natural y mucho más. Cuando tenemos que realizar alguna visita, la bicicleta es ideal para cargar los prismáticos y el resto de instrumentos ópticos para los visitantes». Los dos voluntarios llegaron a la isla después de finalizar sus estudios.
Nils ha estudiado Ecología del Paisaje en Greifswald y Frederike Ciencias Ambientales en Oldenburg. Después de su formación, ambos querían poner en práctica lo aprendido en plena naturaleza. Circular en bicicleta es ya de por sí también una experiencia. El viento sopla constantemente, sobre todo del oeste o del este. «En uno de los dos trayectos siempre pillamos viento en contra. A veces a la ida, a veces a la vuelta», bromea Nils. Pero para eso está el motor eléctrico, igual que para transportar cargas pesadas. Hoy, además del poste, transportan todo tipo de herramientas y un mazo enorme. Ninguno de los dos tenía miedo al hecho de conducir una Cargo-Bike. Siempre han ido en bicicleta. Solo necesitaron un par de días para acostumbrarse al nuevo vehículo, algo más pesado. Pero de esto hace ya mucho tiempo. La bicicleta de carga demuestra cada día su valía, sobre todo a la hora de superar las grandes distancias del interior de Greifswald. Y es que, con una sola batería, la bicicleta presenta una autonomía de 60-70 kilómetros. Y ello a pesar de la conducción «turbo» que realizan ambos voluntarios... Lo único que cambiaría Frederike de su estimada bicicleta es la limitación de velocidad de 25 km/h. «¡Voy tan rápido como tú!», le dice riendo al fotógrafo, que también conduce una bicicleta eléctrica.
Cómo llegó la Cargo-Bike a la isla
La llegada de la bicicleta de carga a la isla de Koos hay que agradecerla a la Fundación Succow y a su equipo de voluntarios. Nils había realizado un vídeo con los predecesores de Frederike —Ferdi y Max—, en el que junto con la fundación solicitaban ayuda a Riese & Müller. Su lema era: «Coger el coche, cuanto menos, mejor. ¡O nunca!». Su deseo se ha cumplido. Riese & Müller apoyó a la fundación con una donación en especie. Una decisión que Seifert espera que sirva también de ejemplo: «Hemos podido ver lo útil que una bicicleta de carga resulta en este entorno. Quizá sea un cambio de paradigma para futuras decisiones de compra». Seifert añade que la bicicleta de carga es además la mejor publicidad y que, sin duda, pronto irá provista de pegatinas con el logotipo de la fundación. Cuando ven la bicicleta, la gente siente curiosidad y se acerca a hablar. Es un buen momento para explicar todas las virtudes de este vehículo como medio de transporte.
«Proteger los pantanos es proteger el clima»
Los pantanos, ciénagas y humedales son uno de los campos de trabajo esenciales de la fundación. Fundada en 1999 por el ganador del «Premio Nobel Alternativo» (Right Livelihood Award), el Prof. em. Dr. Michael Succow, la fundación cumple hoy 25 años y cuenta con una plantilla fija de alrededor de 50 profesionales. Sus proyectos se desarrollan principalmente en Alemania y las antiguas repúblicas soviéticas. La fundación organiza además actividades en el ámbito de la ciencia y la educación. Es fácil adivinar qué tienen en común una bicicleta de carga con una ciénaga: la protección del clima.
Las ciénagas constituyen tan solo el 3 % de la superficie terrestre, pero son capaces de absorber el doble de carbono que todos los bosques juntos, explica la Dra. Nina Seifert. Por desgracia, están desapareciendo, con unas consecuencias catastróficas: «La desaparición de una sola hectárea de este tipo de humedales emite tantos gases de efecto invernadero como los que supondría dar la vuelta al mundo cuatro veces y media en coche», afirma Seifert. Por eso en los últimos años estos ecosistemas —tantos años denostados por su falta de atractivo y aparente peligrosidad— han recibido por fin la atención que se merecen dada su importancia para el clima. Hoy, la fundación intenta transmitir a la gente que los pantanos, ciénagas, páramos y humedales son espacios llenos de vida y de belleza, no de peligros y suciedad. Y esto empieza por las escuelas. La agricultura es otra de las causas que están provocando el drenaje masivo de estas zonas inundadas. En este contexto, la fundación colabora con profesionales de este sector y con el grupo de investigación Ecología y Paleoecología de los Páramos de la Universidad de Greifswald para desarrollar nuevos usos agrícolas en zonas pantanosas rehumedecidas, algo que se conoce como «paludicultura». Hoy, por ejemplo, el Grupo Otto utiliza cajas de envío fabricadas con material procedente de la paludicultura, explica Seifert, que añade: «Confío en que tanto la sociedad, como la clase política como todas las personas con poder de decisión reconozcan la urgencia del problema y que actuemos con la mayor rapidez posible».
Más información sobre la labor de la Fundación Succow:
succow-stiftung.de