El deshollinador de chimeneas: "La protección del clima es una cuestión de voluntad"
01.01.2022 | Business
Cuando el deshollinador profesional de chimeneas Norbert Skrobek recorre las calles del barrio berlinés de Kreuzberg con su Load 75, los transeúntes se paran a mirar. Y es que no solo los niños se quedan boquiabiertos cuando pasa por su lado esta figura tan mágica, montada en una bicicleta. Hemos hablado con este hombre de firmes convicciones sobre cómo han evolucionado las Cargo-Bikes en estos últimos años y sobre el porqué ha decidido sustituir por bicicletas de carga toda la flota de vehículos de su empresa neutra en emisiones.
Usted utiliza bicicletas de carga desde principios de los años noventa. ¿Por qué le gustan tanto?
La primera bicicleta de carga que tuve fue en el año 1993, cuando me hice autónomo. Lo que más me fascina de estas bicicletas es que te permiten transportar muchas cosas muy rápido. Además, naturalmente, en una gran ciudad ofrecen muchas otras ventajas.
¿Qué ventajas clave ofrecen las bicicletas de carga con respecto a los automóviles?
Está muy claro: con una bicicleta de carga te puedes mover por la ciudad de forma mucho más rápida y flexible. Además, no tienes nunca problemas de aparcamiento e incluso muchas veces puedes aparcar directamente en la puerta o en casa del cliente. Por otra parte, los gastos que lleva asociados una Cargo-Bike son muy inferiores a los de un automóvil.
Explíquenos cómo era su primera Cargo-Bike del año 1993. ¿Cómo era su comportamiento de marcha?
El confort de marcha que tenía aquella bicicleta hoy se consideraría un auténtico peligro para la salud [responde riendo]. La bicicleta solo tenía un freno, que se accionaba tirando de una palanca colocada al lado del sillín. La verdad es que no era nada práctico, pero aún así la estuve utilizando durante unos años hasta que se la vendí a un mago de profesión.
¿Cómo han evolucionado desde entonces este tipo de bicicletas?
La comodidad de marcha ha mejorado exponencialmente, al igual que el comportamiento en carretera, algo que se debe principalmente a los nuevos sistemas de cambio, a la asistencia eléctrica y a sillines mucho más cómodos. En resumidas cuentas, es como comparar un viejo Ford F-1 con cualquier modelo de coche actual [ríe]. Aunque los avances más espectaculares se han producido en los últimos cinco años, en los que el panorama de las Cargo-Bikes ha cambiado por completo.
Hoy conduce una Load 75. ¿Qué es lo que más le gusta de este modelo de Cargo-Bike?
Definitivamente, el confort de marcha. La suspensión que incorpora le da mil vueltas a la de cualquier otra bicicleta de carga. La posición de marcha es mucho más cómoda y los impactos quedan totalmente amortiguados. La Load te permite mantener una postura mucho más ergonómica y circular de forma mucho más ágil. Para los que ya tenemos una edad y no estamos tan ágiles de piernas, se agradece también el paso bajo, que te permite subir y bajar de la bicicleta muy fácilmente. Para realizar nuestro trabajo mis empleados y yo necesitamos transportar una gran cantidad de material pesado, y la verdad es que la Load circula a la perfección incluso cargada hasta los topes.
Hace casi 30 años debía ser de las pocas personas que se movían por Berlín con una Cargo-Bike... ¿Qué opina del boom que están experimentando las bicicletas de carga hoy en día?
[Ríe] ¡Sí! La verdad es que en aquel entonces mi bicicleta y yo éramos toda una sensación, algo realmente exótico. En Prenzlauer Berg, el barrio donde vivía, creo que no había nadie que tuviera una Cargo-Bike, o al menos no recuerdo haber visto nunca a nadie con una. Cuando pasaba, la gente se quedaba mirando. Hoy circulan por ese barrio cientos de Cargo-Bikes: padres con niños, operarios que van a trabajar... ¡Es fantástico!
La verdad es que da gusto: la circulación es muy fluida, nadie molesta a nadie. Y cuando te paras en un semáforo al lado de otra bicicleta de carga, lo más normal es sonreírse mutuamente e intercambiar saludos. Cuando esto pasa, la verdad, por qué no decirlo, me siento orgulloso de conducir toda una Load...
En una entrevista que le hicieron en la tele explicó que le costó un poquito de trabajo convencer a sus empleados y empleadas de las bondades de cambiar el coche por una bicicleta de carga. ¿Qué opinan ahora de este cambio?
Hoy en día todos mis empleados y empleadas utilizan Cargo-Bikes para desplazarse. Tenemos cuatro en total. Naturalmente, al principio, muchos de ellos se quejaban de que no era tan cómodo como un coche. Pero yo no tenía ninguna intención de ceder y les decía que, a partir de ese momento, se olvidaran del coche, que íbamos a circular en bicicleta.
Cuando descubrieron todas las ventajas que ofrecían las nuevas bicicletas, entre otras, que podían aparcar literalmente delante de la puerta del cliente, moverse más rápido por la ciudad y, además, divertirse pedaleando, las quejas se acabaron de golpe. Es más: hoy mis empleados y empleadas envidian un poco mi Load... Las bicicletas de carga que compré en su día son de otra marca y, sinceramente, no tienen punto de comparación con la Load.
¿Cómo reaccionan los clientes y los transeúntes cuando te ven llegar con tu bicicleta?
La verdad es que vivo en uno de los barrios de mentalidad más "verde" de Berlín. Aquí hay mucha gente que ha decidido prescindir del coche y que valora muy positivamente que nuestra empresa sea neutra en emisiones de CO2. Ser neutros en emisiones de carbono fue el motivo por el que cambiamos nuestra flota de vehículos por bicicletas de carga.
¿Qué otras medidas han adoptado para reducir las emisiones de CO2 de la empresa?
Hemos modificado la caldera de condensación de nuestra calefacción para que funcione con biogás, neutro en emisiones de CO2. El suministro eléctrico también es completamente neutro. Naturalmente, hay otro tipo de emisiones de CO2 que no hemos podido eliminar por completo, por ejemplo las asociadas con los alimentos, pero intentamos compensarlas participando en iniciativas como MoorFutures. Esta iniciativa permite obtener créditos de carbono que luego invertimos en proyectos de protección del clima locales. En las afueras de Berlín hay muchas ciénagas y ahora, gracias a nuestros bonos de carbono, entre otros, están más protegidas porque se anegan permanentemente. De este modo la masa vegetal se convierte en turba, evitando la liberación de grandes cantidades de carbono, y se protege la fauna y flora que habita allí. Siempre digo que la protección del clima es una cuestión de voluntad. Las empresas en general podrían hacer mucho más, pero no están por la labor.
¿Tiene la impresión de que circulando con su Load contribuye a concienciar a los demás?
¡Y tanto! Mi vecina, por ejemplo, se ha comprado también una Load 75. Cuando me veía con mi perrita Qualle en el maletero de la Load siempre decía: "Algo así necesito yo". Un día le presté la Load, dio una vuelta a la manzana y lo tuvo claro: se la compró. Desde entonces, la veo a menudo con su perro y su Load, y también la utiliza para ir al trabajo; a veces competimos incluso por ver quién ha hecho más kilómetros [ríe]. Desde abril de 2021 he hecho casi 3700 km, sin ningún problema ni avería.
¿A quién le gusta más la Load, a usted o a Qualle?
¡A Qualle le parece flipante ir en bicicleta! [responde riendo] Cuando la ve, se sube al maletero de un salto. Con la Load me la puedo llevar muchas veces al trabajo o a hacer encargos. ¡Se lo pasa pipa! Así que puede que sí, que a Qualle le guste todavía más la Load que a mí.